Notas y reflexiones: ¿Qué sabemos de la anarquía?
¿Por qué estudiar las corrientes anarquistas y sus pedagogías?
Dadas la condiciones actuales en las que se encuentra el mundo vemos urgente la búsqueda de caminos que nos ayuden a combatir la maraña de problemáticas que sin lugar a dudas nos acerca cada vez más a la devastación de la especie humana, sea por las brechas obscenas de desigualdad económica, el creciente deterioro medioambiental o las prácticas de violencia y de guerra en sus distintas formas, las cuales -queramos ver o no- están presentes en gran parte de nuestros territorios, atravesando nuestras identidades y conciencias morales.
Ahora bien, la cuestión no debería limitarse en resistir al orden inhumano actual sino en construir condiciones nuevas para ser y estar en el mundo, motivo que nos obliga desde nuestra perspectiva a no conformarnos con las medias tintas y el confort de conciencia que ofrecen, por ejemplo y entre tantas otras, el capitalismo ecofriendly o la ‘buena ondes’ de los gobernadores o legisladores en turno para lograr cambios profundos en la sociedad.
La radicalidad en el cambio social, aunque pueda presentar cambios significativos, no está ni de lejos en los plumazos para la aprobación-reformación de una ley, tampoco tendría que ser necesariamente el magnánimo golpe revolucionario que tome el control de las estructuras de opresión para sí -consideramos-. Falta hacer inoperante esas estructuras a través de la práctica, la solidaridad, el apoyo y el cariño entre pequeñas comunidades. Qué tan utópico, en el tono condescendiente de las buenas intenciones que nunca serán posibles, puede ser el pensar(nos) construyendo con nuestrxs vecinxs estas condiciones de vida alternas al orden establecido, cuando en México tenemos amplios ejemplos de ello (Cherán, Ostula, el EZLN y los municipios autónomos en Chiapas…).
No sólo estudiamos a las corrientes anarquistas y en particular sus pedagogías para comprobar su vigencia actual, también lo hacemos porque las condiciones del mundo así lo exigen, exigen ver más allá de la superficie y las propuestas paliativas, sabemos que no es adecuada la obediencia ciega a cualquier orden de pensamiento; la adopción de fórmulas mágicas e inequívocas es una ilusión; así, la revisión de estas ideas será cautelosa y particular a nuestro propio contexto sin sobre idealizar ni mistificar a nadie ni a ninguna propuesta. Tema importante a considerar es ver cómo en nuestros tiempos el pensamiento-acción ácrata se ha complementado de las visiones contemporáneas de luchas que hoy toman visibilidad y son cercanas a nuestras identidades y práctica como colectiva, dígase de esto último la práctica educativa-comunitaria en talleres y cursos.
Primeras aproximaciones
Son particulares los acercamientos que hemos tenido hacia la anarquía. Algunas veces partiendo de prejuicios y presuposiciones, otras aprehendidas de manera implícita en nuestra formación académica o forma de trabajo colectivo, por mera intuición.
En el imaginario colectivo la anarquía se asocia únicamente al tema de la acción directa, práctica que de hecho es criticada dentro de los propios círculos anarquistas no por innecesaria pero sí porque a veces las fuerzas son agotadas en ese aspecto. Prevalece en el imaginario la idea de que el anarquismo es esta corriente violenta de morrxs encapuchadxs que no tiene respeto por los “ideales socialmente construidos” (ideales generalmente impuestos y asimilados inconscientemente) que ocupa la violencia desmedida, y que como movimiento “mal” fundamentado no da la cara ante sus acciones destructivas; el procrastinar y vivir “a costa de los demás”.
Sería poco acertado reducir la experiencia anarquista a estos aspectos, pues como iremos viendo la anarquía comprende una gama significativa de eventos y personajes de lo más diversos a lo largo de la historia, desde la época de la ilustración hasta los movimientos anti-globalización actuales. Por otro lado, el recurrir a nuestros prejuicios puede reflejar la negación de que los estados democráticos en los que vivimos encuentran raíces en el dominio de una clase social sobre otra, buen ejemplo tenemos del PRI en sus 80 años de gobiernos democráticos, en donde las brechas económicas y educativas entre las clases sociales aumentaron y se fortalecieron beneficiando obviamente a los hombres más ricos y mejor acomodados. Siguiendo este ejemplo podemos pensar cómo el principio de autoridad ha permeado en la política y la vida pública de México: el paternalismo fue una invención social bien trabajada durante décadas, a la que se le ponía abono cada sexenio con militarismo, propaganda, control de pensamiento y regando cada que las duras crisis económicas venían. Prácticamente somos un país de cactáceas, hemos venido creciendo en lo adverso por la falsa idea de que las masas son incapaces de administrarse a sí mismas.
Emma Goldman nos dice a grandes rasgos lo que para ella es anarquismo y que a su vez contrasta con las ideas preconcebidas que tenemos hasta ahora: “Es la reconstrucción de una sociedad ignorante y maliciosa, ya que es un arma práctica que anima al hombre a pensar, investigar, analizar cada preposición [agregaríamos además que nos anima a sentir] (...) La filosofía de un nuevo orden social basado en la libertad sin restricciones de leyes artificiales (...)”[1]. Aunado a lo anterior, José Cuevas define al anarquismo como una filosofía sociopolítica, es decir, una filosofía aplicada a campos prácticos de la vida cotidiana que en diferentes pensadorxs encuentra coincidencia en el ánimo cuestionador del status quo y la propuesta de valores máximos como el apoyo mútuo y la igualdad[2].
Al leer lo anterior, inevitablemente, pensamos en la idea de libertad, ¿Qué es la libertad? ¡Bah! pregunta mas choteada y atrozmente respondida en el último siglo por la facilidad de palabra que nos ha otorgado la mareadora era digital. Pues según nuestros autores, la libertad es el bien máximo. Es la condición esencial del ser humano (y de cualquier especie sobre la tierra), una condición natural que se nos ha negado a través de distintos mecanismos de control y engaño. En la libertad no hay clases sociales, añoranzas en la toma de poder o propiedad privada, entiéndase como propiedad privada no solo la tenencia de la tierra como Marx en algún momento nos menciona. La propiedad privada va desde algo tan abstracto como una idea, hasta algo tan cercano como un cuerpo ajeno o el propio.
Sin duda alguna, la cuestión de la libertad vista como punto medular en el pensamiento anarquista es harta extensa y habrá que dedicarle más líneas en algún momento pues tan sólo en este motivo podríamos derivar gran número de cuestionamientos y contraposiciones. Por ahora este repaso ayuda a ver que la anarquía no es el caos por el caos, tampoco el acto inconsciente de hacer destrozos; no es como la pintan las grandes esferas de poder. Lejos de estas preconcepciones la anarquía muestra la emancipación humana de las altas autoridades organizadas del Estado, la iglesia como institución y la propiedad privada, éstas no son naturales ni necesarias para el máximo desarrollo intelectual y moral de nuestras sociedades pues están basadas en la opresión y la violencia [3].
De acuerdo a lo anterior, entendemos a la anarquía como una utopía, un punto que es deseable construir y alcanzar; dada la diversidad de pensamientos y aportes que hay respecto a este asunto no podemos afirmar que existe una sola forma de llegar a la anarquía, tampoco que existe un sólo anarquismo sino más bien es menester reconocer la existencia de muchos anarquismos. La utopía anárquica puede ser entendida como una guía de acción con ciertos ideales y valores propios de una filosofía sociopolítica, los anarquismos como las diversas formas de acercarnos a ese ideal, los topos, por así decirlo. Las definiciones que utilizan en la pizarra negra pueden dar claridad del asunto:
“ La anarquía es una manera de ser y estar en el mundo, que a partir de la interpretación de éste busca que la estructura social e individual, se desarrolle desde la auto-organización económica, polìtica y social descentralizada, negando así, cualquier base asimétrica que emane del poder político. De tal manera la anarquía como negación del principio Arkhê [Mando], busca la abolición de toda forma de dominación para vivir en sociedad”.
En este sentido, “los anarquismos deben de entenderse como un rizoma de teorizaciones y prácticas con vistas a construir la anarquía. Históricamente tal conjunto de propuestas desprende teorizaciones y prácticas que buscan la supresión del Estado, la propiedad privada, la iglesia y las relaciones sociales jerárquicas en general. De ahí que, el anarquismo o anarquismos son las formas diversas, reflexiones y caminos en el terreno económico, polìtico y sociocultural para llegar a la anarquía por ello, se dice que no existe un anarquismo, sino anarquismos que tienen su origen en el silogismo ‘contra toda autoridad’, y que cada autor/autora lo expresa/actúa de acuerdo a su propio entendimiento”[4].
Visto esto último, es de nuestro interés seguir estudiando los fundamentos teóricos que dan sentido a las pedagogías anarquistas antes de entrar de lleno a éstas, no descartamos revisar algunas autoras y autores clásicos, así también explorar, cuando menos superficialmente algunos de los anarquismos que nos son más cercanos: anarcofeminismo, anarcoveganismo, anarquismo verde, anarquismo y cristianismo.
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