Des-Afinidades: Anarkia y Cristianismo

El problema con muchos teólogos es que siempre intentan aproximarse a la fe desde una lectura distante y racional, que abstrae las experiencias de intimidad y devoción en una insípida sistematización que termina siendo reduccionista de la experiencia de fe, aun así es de celebrar la suma de los esfuerzos desde esa trinchera, las reflexiones lógicas siempre pueden retroalimentar la experiencia de fe y aproximar a ciertas personas que de un inicio pareciesen hostiles al asunto, como es el caso de la banda anarkista.

El Anarquismo y el Cristianismo se sobreentienden falsamente como figuras antagónicas principalmente por sus posicionamientos sociales y políticos, sin conocer la génesis y trayectoria de cada movimiento y posible convergencia en la apuesta por la redención, libertad y justicia.

Desde sus inicios el Cristianismo fue una religión de perseguidos, perseguidos por incomodar la élite política, no seguir las normas tradicionales y desafiar el poder, nunca con la intensión de incomodar en sí mismo, sino lo que dicha revelación social implicaba. De ahí que Jesús muriera crucificado a manos del Sanedrín, autoridad política de la época, él fue una figura disruptiva de la época, un hombre excepcional que se salió de las normas establecidas por aquella cultura legalista de los fariseos. Vale la pena analizar la relación que Jesús sostuvo con la autoridad, si bien siempre se mantuvo hostil al régimen de la época, nunca invitó a sus seguidores a sabotear  ni ser irrespetuoso, siempre se mantuvo al margen de la época. En fin, las decisiones y acciones de Jesús continúan siendo un tema que rebasa cualquier análisis.

De igual modo, desde antes del nacimiento de Jesús, “el pueblo elegido” tuvo otro tipo de vínculos con la autoridad. Se conocía a los profetas como siervos enviados por Dios, y fungían como una figura de oposición al poder político de los reyes y gobernadores, ellos fueron perseguidos y nunca complacientes con el poder, su misión era señalarles a las autoridades sus múltiples errores al gobernar, al costo que fuera, claro que a muchos de ellos les costó la vida. Otro elemento que llama la atención es la historización y evolución de los procesos de organización política y como, aunque muchos asuman que la biblia legitima la figura de autoridad, también podemos encontrar resquicios de sociedades primitivas donde no era necesaria una figura de autoridad, es el caso del libro de los jueces, donde se decía que"En aquellos tiempos no había rey en Israel. Cada uno hacía lo que le parecía bueno", así como otros experimentos de diferentes maneras de organizar una sociedad sin ser necesariamente jerárquica, o bien casos de pueblos que se revierten en contra de las injusticias de sus gobernantes, el éxodo hacia ese camino de una sociedad plena y digna.  

De aquellas épocas del cristianismo primitivo al cristianismo que conocemos hoy claramente encontramos una abismal diferencia, y esa abismal diferencia radica principalmente en sus vínculos y formas de relacionarse con el poder y la hegemonía, el cristianismo pasó de ser una religión de perseguidos a una religión perpetuamente aliada con la élite del poder. La institucionalización del cristianismo como la religión oficial del imperio Romano de Oriente trajo consigo la perdida de la esencia misma del cristianismo; su auto-censura y corrupción. Acá se confirma que la corrupción que implica el poder no es algo exclusivo de espacios políticos, también en la espiritualidad el poder corrompe.

De este fenómeno deriva una de las principales críticas o ataques al cristianismo que son los ataques de carácter histórico, como lo menciona el teólogo Jacques Ellul, que tienen que ver con los albores de la trayectoria de la institución eclesial a través de los años. Es curioso observar el giro que ha tenido la identidad de la religión cristiana desde los discípulos que le precedieron a Cristo y murieron por enunciar verdades incomodas hasta la actual jerarquización patriarcal del poder eclesial. La crítica es innegable y urgente, para nadie es secreto que la Iglesia es conocida por cometer muchos errores y crímenes; desde la corrupción, las alianzas con el poder, la pederastia, las guerras, los movimientos fundamentalistas antiderechos, solamente por iniciar la lista. El objetivo aquí no es enjuiciar a la Iglesia de Cristo sino analizar las causas y entramados de tales embaucadas para darnos la oportunidad de transformarlas y discernir la posibilidad o imposibilidad de desarticulación  de las enseñanzas y experiencias devocionales de la tradición eclesial, ¿Cómo será posible descifrar la vigencia o atemporalidad de ciertos “mandatos” divinos?

Una manifestación importante de esa crítica histórica a la institución eclesial son las relaciones que se establecen desde el poder con el ámbito político, por ejemplo el tema bélico, hoy en día siguen persistiendo las guerras en nombre de Dios, y éstas son mucho más peligrosas que cualquier otra guerra civil porque la tendencia es a deshumanizar al adversario y satanizarlo, de manera que no exista posibilidad de dialogar, mediar, reconocer los propios errores, porque se cree que se está luchando contra el mismo demonio, a quien no queda más que exterminar  y de ninguna manera se le puede dar el beneficio de la duda, así es como se generan las guerras protofascistas. Es muy peligroso caer en este tipo de lógicas porque gracias a esto se ha llegado al genocidio. De ahí devienen los fundamentalismos, donde la politización cristiana significa ser incapaces de reflexionar y reconocer que uno también puede cometer errores.

Otro tipo de ataques al cristianismo, igual de recurrentes son los ataques de tipo metafísico, que se centran en la idea de Dios que podríamos sostener, los debates de su propia existencia y la forma en cómo podemos acercarnos a tal existencia/experiencia. Dios no es una definición, es una experiencia y su nombre más aceptado es el equivalente al amor. Las ideas y definiciones de Dios son tan diversas como las experiencias y juicios propios. En ese sentido, hay que reconocer que la definición de dios es un término en disputa y en constante reconstrucción. No es difícil entender que lxs anarquistas relacionan la idea de Dios directamente con la figura de autoridad y poder y no con la idea de Amor, a eso es a lo que se refieren cuando proclaman “Ni Dios, ni Amo”. De ahí deviene la importancia de la discusión sobre nuestra capacidad de desligar conceptos preestablecidos cuando nos referimos a la idea de dios, especialmente las características referentes a la autoridad, omnipotencia, juicio y castigo. Otro tipo de aproximación al deseo de definir la identidad de dios son las posturas teológicas y filosóficas que experimentan las maneras de posicionarse frente a la figura de dios, por ejemplo el agnosticismo y la teología negativa.

Al anarquismo quizá le incomoda la característica de Dios con referencia al poder, en las iglesias nos dicen que dios es todopoderoso y omnipotente, o sea que todo lo puede porque tiene todo el poder del mundo, ¿Cómo hacer que esta afirmación no caiga en la opresión autoritaria? La clave aquí es la manera en que dios ejerce o utiliza ese poder. El misterio de la fe es que, en efecto, dios tiene el poder supremo en tanto creador/libertador, pero no es un ejercicio opresivo porque dios se reserva de su propio poder, no necesita demostrarlo porque él nos dio a nosotras esa chispita del poder llamada libertad, entonces por mucho poder que dios tenga nunca va a poder ejercerlo en nuestras vidas si no lo permitimos. La crítica al cristianismo es no sólo buena para los propios feligreses sino necesaria para fortalecer sus procesos internos. En ese sentido, valdría la pena rescatar las principales críticas que son de dos distintas índoles, la crítica metafísica y la crítica histórica.

La idea de Dios se define a partir del bagaje o trinchera desde donde nos paramos espiritual y sobre todo políticamente. Incluso en la misma trayectoria eclesial se conocen diferentes definiciones populares o discursos identitarios divinos. Desde una lectura bíblica se pueden dilucidar de manera clara dos identidades abismalmente diferentes correspondientes al mismo dios; el Dios del Antiguo Testamento se conoce como el Dios vengativo, celoso, iracundo, castigador y el giro espiritual/epistémico en el Nuevo Testamento nos permite conocer a un Dios totalmente diferente, justamente a partir de la venida de Cristo al mundo terrenal se dio a conocer la misericordia, el amor eterno e incondicional, el perdón de los pecados gracias a la redención que Cristo vino a compartir con sus semejantes, figura divina a la que muchxs nos mueve a la pertenencia.

Profundizando un poco en el tema de los ataques metafísicos al cristianismo podemos referirnos al históricamente nombrado “Problema del mal” que pone en tela de juicio la bondad y la omnipotencia divina frente al problema humano del mal, siempre es una cuestión recurrente el que muchas personas dudan de la presencia de Dios porque en estos tiempos lo único que esta al alcance de nuestra vista es la tragedia, el caos y la maldad, ¿Cómo pudiese existir un Dios bondadoso en ese contexto? En la teodicea del filosofo Leibniz se argumenta a favor del modo misterioso de actuar de dios, apelando a la idea de redención que encarnó Jesucristo en su crucifixión y cómo fue necesario el dolor más grande del mundo para expiar los males de la humanidad, y en ese sentido el mal siempre tiene un significado y una utilidad que muchas veces no está al alcance de nuestra mirada. Varios teólogos y estudiosos del tema afirman que muchos de los males en la humanidad son necesarios para un fin social aparentemente invisible, y que el vicio existe para reforzar la virtud. Este presupuesto resulta cómodo para justificar la devoción, pero es verdad que son aseveraciones muy peligrosas, y que habría que tomar con cautela y no como una ley universal y que también requerirían de su respectivo cuestionamiento. Es difícil entender la historia como un mar de errores invisibles, siempre es bienvenida una crítica o cuestionamiento que encamine a la edificación de unx mismx y sus correlaciones o paralelismos.

La biblia no es un libro de moralidad, es un libro donde se puede llegar a encontrar algunas de las manifestaciones de Dios, porque es un libro de registros, ahí se narran las odiseas del pueblo de Dios para con él, se describen todas las perversiones  y hazañas por las que pasaron los humanos al intentar encontrar a Dios, no significa que sea un libro de recetas o moralidad donde debamos interpretar lo escrito como una orden vigente que aplicar en nuestras vidas cotidianas. La religiosidad no es un elemento que aluda a la evolución moral individual ni a la paz interior primordialmente, la religiosidad tampoco existe para llenarse de bendiciones o librarse del infierno, estos siempre son elementos colaterales que se pueden ver reflejados en nuestro proceso de acercamiento con la divinidad, o no. Creo que la religión existe para intentar vivir el fundamento y destino de cada quien, la religión existe como una herramienta de sensibilización en el amor. La iglesia como modelo de moralidad para la sociedad no es un objetivo en sí mismo, sino una consecuencia que le deviene al proceso de la transformación del corazón. No hay moralidad política sin transformación espiritual.


-Nebulosich

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