Resignificación feminista de "La Virgencita de Wadalupe"
La Virgen María es la principal figura femenina sagrada reconocida social y eclesialmente. Popularmente la conocemos por su figura primero de virgen y luego de madre, tales cualidades son glorificadas, santificadas porque nos indican que antes de ella no hubo mujer alguna digna de ser receptáculo del mensaje de liberación; el ser merecedora de ser elegida para ser la Madre de Dios y del resto de la humanidad.
Lo cual implica, en muchas ocasiones, que su identidad se reduce a esas dos únicas cualidades en su vida; ser virgen y ser madre. Parámetros que nos han marcado a todas las mujeres para deducir nuestro valor a partir de tales características. pero la virgen María, antes de ser "virgen" y madre, fue mujer, una mujer de fe que amó a Dios como nadie y tuvo una vida, libertad y agencia propia antes de ser reconocida como la madre de Dios.
La manera en cómo nombramos y enunciamos a personajes de la divinidad es político, ¿por qué se le quedó el nombre de Virgen antes de Madre, Mujer, Diosa, Santa, María o Tonantzin Guadalupe? ¿Cuál es la diferencia de todos esos nombres?
Pienso que tiene que ver con cómo y desde quién es narrada la historia y la religiosidad, nosotras podemos decirle a la Virgen de Guadalupe como nuestro vínculo con ella nos dicte y resignificar y ocupar los espacios de sacralidad y divinidad de los cuales despojaron históricamente a las mujeres.
Desde una óptica feminista se puede considerar muy sexista y patriarcal el reducir el nombre de María a su condición sexual o a su rol social de madre, pero resulta poco conveniente suprimirla del imaginario social o incluso despreciarla, cuando posee un potencial simbólico redentor y transgresor.
María es vientre y cuerpo. Madre, jefa y reina. Quien desafía los parámetros y condición sexual de las mujeres. Manto de lagrimas redentoras. Fuente infinita de lucha y resistencia.
-Nebulosich
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