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Un texto muy rabioso

 Crecí sin hacer uso de mi poder creativo primario: la voz.  Afortunadamente existe el papel y la pluma para escribir mi propia historia. Escribo para explicarme mi historia, las veces que sean necesarias, hasta que sea conjunta la experiencias de mi vida al unísono de mi voz.  Nos enseñan a enemistarnos con nuestro enojo, que las mujeres somos intensas, locas, inestables e histéricas, y por supuesto crecí con el miedo de ser esa "mala mujer", quise ser diferente. En esa diferencia desconocí mis emociones y mi palabra. Me enseñaron que cuando te enojas pierdes, y no solo eso, por si no fuera lo suficientemente difícil escucharnos e identificar nuestras emociones, ahora también enojarse era un pecado, una ofensa contra un dios que exige una buena cara, alegría y felicidad perpetua, sí, incluso o más aun en las peores tempestades. ¡Qué rabia! Me molesta mucho que como mujeres nos desconecten de nuestra brújula primaria del cuerpo y las emociones que la habitan, sobre todo del e

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